Lunes 28 de marzo de 2016
Traducción artículo publicado en 2012 “Evo Morales intenta cambiar un riachuelo por un pedazo de costa chilena”
Bolivia y Chile
La diplomacia del chorreo
Evo Morales intenta cambiar un riachuelo por un pedazo de costa chilena
Hace cuatro años, la revista norteamericana The Economist, ya escribió acerca del Río Silala y el conflicto que podría traer para nuestra región. Revisa acá la traducción del texto.
17 de noviembre de 2012 | LA PAZ
El Silala (conocido como el Siloli en Chile) fluye desde el despoblado altiplano andino de Bolivia hasta la frontera chilena. Pese a ser no más que una zanja en algunos lugares, el riachuelo es la causa de una nueva tensión en la ya irritable relación entre ambos países.
Gran parte del agua del Silala es consumida en Chile –bebida en pueblos del árido Desierto de Atacama y usada en la mina de cobre Chuquicamata, una gigante estatal. Chile insiste en que el Silala es un río internacional y que tiene el derecho legal de utilizar el agua. Bolivia ha sostenido durante mucho tiempo que sin los conductos de piedra cruda que ayudan a canalizar el Silala hacia la frontera, el agua permanecería en territorio boliviano. En el más reciente episodio de esta pelea de larga data, Evo Morales, el presidente de Bolivia, está amenazando con reducir el suministro del Silala a Chile. De forma un tanto extraña, su plan depende de la piscicultura.
Incitados por el gobierno central, los políticos locales aliados al Movimiento al Socialismo del Sr. Morales han decidido hacer uso del agua. El mes pasado, el gobernador del Departamento de Potosí, Félix González, supervisó la ceremonia de colocación de la primera piedra para la construcción de una piscifactoría abastecida por el Silala. El riego de tierra para agricultura y la construcción de una represa hidroeléctrica también han sido objeto de debate.
Todos estos proyectos son económicamente dudosos. Sólo pequeñas cantidades de electricidad podrían ser producidas y no hay nadie a quien vendérsela. La gente que vive más cerca está en el pueblo de Quetena Chico, ubicado a mucha distancia en automóvil (ver el mapa). Ellos dicen que la tierra es demasiado hostil para la agricultura. Además, la evidencia geológica e histórica respalda el reclamo de Chile de que el agua de los manantiales siempre ha fluido a través de la frontera. Brendan Mulligan, un experto en agua canadiense, dice que el Silala claramente viaja a lo largo de un antiguo curso de agua: “los canales sólo hacen que el flujo sea más eficiente”. En 2003, un informe del servicio geológico estatal de Bolivia, Sergeotecmin, concordó en que el agua sigue un curso natural de drenaje.
En verdad, el impasse se debe a algo más que el Silala. Está íntimamente ligado a otro cuerpo de agua en disputa, mucho más grande: el Océano Pacífico. Desde que Chile anexó la costa de Bolivia en el siglo XIX, los políticos bolivianos de todas las tendencias han cultivado un antagonismo hacia Chile. La queja es reforzada por un “Día del Mar”, que se conmemora anualmente. El eslogan “Recuperar el Mar” fue pintado por años arriba de las puertas de las instalaciones aduaneras e impreso en el lomo de la guía telefónica de La Paz.
En un discurso el pasado año, el Sr. Morales describió la pérdida de la costa como “una herida abierta”. Firmó un decreto que creaba la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima, la cual se encargaría de coordinar el intento de Bolivia para lograr el acceso al mar (sin éxito visible hasta el momento). La táctica del Silala se ve como un nuevo esfuerzo para ponerle más presión a Chile por el acceso marítimo.
No existe posibilidad alguna de convencer a Chile para que ceda a las demandas de Bolivia por un trozo de su costa. Por otro lado, las conversaciones presidenciales más calmadas podrían llevar finalmente a una mejoría en las condiciones para el comercio boliviano a través de los puertos chilenos. El fin de la negativa de Bolivia para vender sus abundantes reservas de gas natural a su vecino, que está hambriento de energía, también podrían ayudar.
Aun así, la estratagema tiene un enorme potencial para impulsar la animosidad doméstica hacia Chile y para aumentar la popularidad del presidente. De este modo, ayudará a desviar las críticas del Sr. Morales por haber abandonado unilateralmente el año pasado conversaciones de amplio alcance con su vecino y por su fracaso en cumplir con su frecuente amenaza de llevar a Chile ante una corte internacional por el status de Estado sin litoral de Bolivia.